lunes, 21 de enero de 2008

Retorno

Si alguien ha osado visitar este blog en los últimos meses se habrá dado cuenta de que la proliferación de entradas en un corto espacio de tiempo ha dado lugar a dejar muchas de las promesas hechas en algunas de ellas, sin cumplir, como el apasionante relato de los hechos acaecidos en la visita a Alicante con los insignes miembros de la SEEC que he tenido a bien no volver a acompañar en sus salidas tanto de tono como de excursión. Pero bueno, el ansiado retorno ha llegado, aunque no sé por cuanto tiempo.
Hay muchas cosas que han cambiado en estos meses, otras que no tanto, entre las que no, sigue mi forma de expresar las cosas, esto es, ser un poquito pesado, pero os doy licencia para no leer lo que sigue si no lo considerais oportuno, ya que el único motivo que me incita a escribirlo es la necesidad de escribir algo y que alguien lo pueda leer.
Hoy, Uno (y lo escribo con mayúsculas porque para mí este es su nombre propio) me ha acusado de ser poco apasionado, hecho que no he podido hacer otra cosa que admitir, máxime cuando se remitía a situaciones que atestiguaban tal afirmación. Y ciertamente es que en mi la pasión quedó atrás hacie tiempo, pocas son las cosas que hoy por hoy despierten en mí tal ilusión que me hagan desvivirme por ellas. Y es que estoy harto de todo, hasta tal punto que estoy harto hasta de estar harto. Supongo que habrá quien me diga que esto son ciclos, que pronto me sentiré mejor, que es fruto del agobio, etc. etc., pero lo cierto es que día a día me desencanto más de las cosas y de las situaciones que vivo. Quienes están más cercanos a mí saben que no tengo pareja desde hace años, si es que a lo que tuve se le puede denominar como tal, y que no parece que el amor vaya a sonreirme a corto plazo; que mis estudios no parecen terminar nunca unas veces por mi propia pereza otras porque no paran de surgir problemas casi a diario; que en el plano económico tampoco ando muy suelto y esto me produce ciertos agobios; situaciones todas ellas que me traen de cabeza porque ansío ya un poco de estabilidad en muchos ámbitos de mi vida, pero de las que no puedo culpar a nadie más que a mí mismo, ya que no recibo más que las consecuencias de actuaciones pasadas, si bien en algunos casos las recibo con intereses. Lo peor de todo esto, es que ciertamente me comporto ante ellas de una forma indolente, como si para mí fuesen situaciones sin importancia. Parece que yo sea una persona firme y valerosa, y nada más alejado de la realidad, si tengo que tirar hacia adelate todos los días es por puro instinto de supervivencia, no por valentía, tengo mucho miedo de muchas cosas.
De lo que más miedo tengo es de estar solo, y sin embargo, planeo para años venideros y no muy lejanos, un retorno al pueblo que me vio nacer, en una especie de retiro voluntario en mitad de la huerta. Cada día tengo más la sensación de haber errado casi cada paso que he dado, la gran mayoría de las cosas que he hecho me han hecho ahondar más en la angustia y en el sufrimiento, pero quizá ese sea el motor de la historia. Estos días está saliendo en ABC una colección curiosa que se llama memoria visual de España, y me está haciendo pensar que todo lo que se ha construido, todo el bienestar económico y político que tenemos en la actualidad (aunque en muchas ocasiones sea más bien ficiticio) está asentado sobre la base del sufrimiento de mucha gente, regado con las lágrimas de los miles de huérfanos, viudas y viudos que han dejado las guerras que jalonan nuestra historia, y aderezado con los infinitos odios y rencillas que nos empeñamos en crear entre nosotros por cualquier motivo, por liviano que sea. Todo esto no ha acabado todavía, y seguirá creciendo día a día no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo y no sé muy bien cual es el objetivo de ello, pues no veo el avance que eso puede crear en ningún ámbito, pues el principal, el ámbito humano, hace siglos que quedó olvidado en pro de una macroestructura de la que todos somos esclavos. No puedo evitar pensar (y este es mi mayor mal) que soy (que todos lo somos) cómplice de un genocidio sin límites que viene sucediéndose desde hace siglos y que no parece que vaya a acabar pronto; cómplice porque mi actitud revela que también yo me he acomodado a ese sitema que es fruto del sufrimiento y que sólo genera sufrimiento. Dicen aquello de que mal de muchos consuelo de tontos, pues yo debo ser tonto hasta para consolarme, que como ya veis no me sirve de consuelo sino de angustia. Muchos pensareis que son rayaduras estúpidas, que me caliento la cabeza de más, bueno, es cierto, para qué lo vamos a negar, pero la verdad es que prefiero que si debeis comentar algo así, no lo hagais, que, como digo ya consciente de que es así.
Supongo que necesito unas vacaciones, que me ayudarán a recuperar algo de aquella pasión que dejé por el camino y que Uno me reveló que ya no tenía. Pero no encuentro el día ni la hora de ser realmente valiente y enfrentarme a mí mismo y a mis miedos, quizá tenga miedo de ser libre, libre de verdad, de verme sin ataduras interiores de ningún tipo. Quizá esto sea una utopía entre tantas otras, porque todo eso supondría negarme muchas cosas de mí mismo a las que estoy aferrado. Creo que me leeré de nuevo "El Lobo Estepario" de H. Hesse ya en su día me sanó y espero que pueda volver a hacerlo y que pueda entrar en el teatro sólo para locos en el que la entrada cuesta la razón y salir renovado de él. Aunque no tengo muy claro si me encuentro ya en esa función y lo que quiero es salir de ella.
Muchos besos y gracias a los que os hayais atrevido a llegar hasta el final, sé que puedo resultar tedioso, pero siempre es agradable comprobar que alguien es capaz de aguantarlo. Y perdonad el alarde de sinceridad, espero que no haya estado muy fuera de tono, aunque tampoco creo que hayais entendido nada más que estoy como un cencerro. Hasta pronto.