jueves, 29 de marzo de 2012

Juerga Sindical

Ya hemos comenzado la jornada de "Juerga sindical" y ya esta misma noche me he cruzado con una manifestación recorriendo las calles de la ciudad de Murcia poco antes de la 1 de la madrugada. Quizá pueda resultar llamativo que denomine juerga a la huelga general, pero realmente considero que es una juerga pactada por una serie de personas enarbolando la bandera de la defensión de los trabajadores, cuando lo que realmente se manifiesta es un apoyo flagrante a las grandes empresas y una destrucción criminal de los pequeños comercios.

Quizá esté equivocado, pero hasta donde tengo noticia la huelga es un derecho que, como trabajadores, tenemos todos para manifestar el descontento por una medida concreta referida a nuestra situación laboral. Si se manifiesta como un derecho es, por ende, un ejercicio de nuestra libertad no una obligación ligada a lo que una serie de personajes nos indiquen por unas prerrogativas que ellos consideren lógicas y necesarias. En teoría todos tenemos la libertad necesaria para podernos manifestar si queremos o trabajar si lo estimamos conveniente. No obstante, esa libertad que se presupone, sólo se manifiesta en determinados casos en los cuales no tienes por qué temerles a los piquetes informativos, cuya función es informar y no destrozar o impedir que una persona ejerza su derecho a trabajar, si quiere, porque, en el ejercicio libre de su pensamiento, puede estar de acuerdo o no con las medidas que el empresario, la institución o el gobierno pretende imponerlee, y por tanto puedo apoyarlas o no. Esta "libertad" para asistir a nuestro puesto de trabajo no la pueden ejercer aquellos que tienen un pequeño comercio, en la mayoría de ocasiones, por miedo a que su local sea destrozado por unas personas que se creen en la posesión de la única verdad y que se creen en la obligación de hacerle entrar en razón por todos los medios, incluso cuando los que deban usar sean violentos. El que suscribe este escrito, mañana se ve obligado a estar en huelga porque el dueño de la pequeña empresa donde trabaja ha decido no abrir por miedo, y con palabras muy semejantes lo ha expresado, a que haya algún problema si se presenta algún piquete con ganas de armar camorra, y, teniendo en cuenta que trabajamos con niños, no nos podemos arriesgar a eso. Manifestándose ésta como una postura muy legítima, resulta que uno de los perjudicados soy yo, puesto que mañana no voy a cobrar por el trabajo que no realice, aun cuando yo estoy dispuesto a trabajar. Una buena amiga que tiene una librería, se ve obligada a cerrar mañana también por miedo a que un piquete le destroce el comercio, generando con ello unas cuantiosas pérdidas que no podría asumir teniendo en cuenta la situación económica en la que se encuentra en la actualidad. Y otros ejemplos similares que se podrían aportar y que seguro todos tenemos más o menos cercanos. Esto me hace cabrearme sobremanera por el hecho de que yo mañana seré contado como uno de los que han secundado la huelga y se supondrá que de forma libre, cuando realmente no tengo otra opción, y el sumum del cabreo reside en que no tengo otra opción simplemente por el miedo que tiene mi jefe y como él tantos otros, y no por considerar necesarias las medidas adoptadas frente al gobierno o por este.

Sin embargo en el otro extremo se encuentran los centros comerciales y grandes superficies de venta, que tienen contratados unos servicios de seguridad con potestad para actuar en situaciones violentas y retener a los culpables de las mismas hasta la llegada de la policía o las fuerzas del orden correspondientes. Por este motivo las pérdidas que les puede suponer, en su gran mayoría, a estas grandes superficies son mínimas, pues sin necesidad de saber sus intenciones, es seguro que para mañana tienen contratados servicios especiales de seguridad a lo que habrá de añadirse que los servicios del orden públicos, en el cumplimiento de su obligación, es más que probable que en esas zonas, que se prevén más conflictivas, tengan una presencia mayor que en días normales.

Por todo esto me reafirmo en el título de este escrito, se trata, ni más ni menos que de una juerga que han montado los sindicatos para salir a las calles y dejar claro que ellos son quienes mandan y quienes tienen la potestad de decidir por nosotros, porque pueden y saben pensar más y mejor lo que somos y queremos.

Si la huelga es un derecho que debemos ejercer libremente, sería bueno que exigiésemos e hiciésemos valer esa libertad a actuar según nuestra conciencia y no según la conciencia de los sindicatos mayoritarios que consideran eso como lo mejor; porque sólo se manifiesta lo mejor para los grandes comercios que no cerrarán sus puertas y que desarrollarán su jornada laboral prácticamente como siempre o a lo sumo con unas cuantas horas, que, de darse la situación, no serán muchas, en las que tengan que permanecer cerrados. Y quizá también se manifieste como lo mejor para su fama de adalid de la defensa de los trabajadores, cuando realmente manifiestan en sobradas ocasiones que sólo les interesa el bien para aquellos que les hacen ganar dinero, ya sea de forma directa con sus cuotas, ya sea de forma indirecta por las subvenciones estatales.

Sería deseable que los piquetes informativos hiciesen honor a su nombre y su única labor fuese la de informar y respetar la libertad de cada uno, que estoy seguro de que muchos lo hacen, pero hay una buena parte de ellos que sería mejor llamarlos piquetes destructivos. Así mismo sería desable que los sindicatos condenasen ese tipo de actuaciones y realmente las combatiesen, pues con su silencio y/o su inoperancia ante tal realidad, apoyan de forma tácita tales actuaciones.

A mi juicio la situación de tener que secundar la huelga por obligación impuesta por los sindicatos a toda la sociedad, responde ni más ni menos que a unos defectos en la educación de la sociedad que se manifestan flagrantes en situaciones como ésta y que pueden dejar al descubierto los verdaderos intereses de instituciones que, de cara al público, pretenden defender al más desfavorecido y en su fuero interno se manifiestan bien distintos. Si la sociedad tuviese un talante crítico suficiente y la educación necesaria para poder interpretar lo que ocurre a su alrededor, no sería necesario que nadie nos obligase a manifestarnos contra unas reformas que tienen como único fundamento la opresión, porque nuestra capacidad de raciocinio sería suficiente para entender que esas medidas van en contra de nuestros intereses como trabajadores. Si hay necesidad de obligar a la gente a que haga huelga para después salir diciendo que la misma ha sido secundada por una gran mayoría de la sociedad (como sé que ocurrirá, sin ser yo vidente) es porque, o bien se tiene conciencia de que estamos defendiendo algo indefendible pero que va en contra de nuestros intereses particulares como institución o como entidad de poder, o bien se considera que debemos hacer la guerra a una ideología concreta porque desde un punto de vista radical la consideramos como perniciosa. No cabe la menor duda de que si la educación que hubiese recibido el pueblo fuese de mayor calidad y orientada a ejercer nuestra libertad como valor supremo y no a responder como borregos a lo que considera lo mejor un presidente (yo diría dictador) elegido por el pueblo en el ejercicio de su soberanía, la clase política además de ser mucho más sana y más "escuchante" de la voluntad de aquellos que la eligieron, tendría que trabajar mucho más y mejor para ganarse y mantener un sueldo que en la actualidad no merecen por ser excesivo y por no cumplir con el cometido por el que fueron elegidos. No cabe duda tampoco de que los sindicatos deberían ejercer su defensa de los trabajadores de forma más eficiente y no manifestando, como ocurre, que lo único que pretenden defender (o al menos lo que más) es su posición (y quizá también sus cuentas) para ejercer presión al gobierno, si en un momento dado es necesario para hacer notar su presencia e importancia en la sociedad.

Mañana, o quizá pasado, volveremos a presenciar una de esas paradojas a las que tan acostumbrados estamos y que, curiósamente, sólo se dan en política, todos se verán como ganadores, mientras serán vistos por la parte contraria como derrotados mentirosos. Ya hemos visto en las elecciones andaluzas que tanto PP, como PSOE e IU se consderan ganadores, aun cuando sólo uno tiene la mayoría del respaldo popular, no siendo quien de forma real vaya a gobernar, todo ello según una ley electoral cuyo talante democrático e igualitario es más que discutible. Y ya veremos también una situación semejante cuando se critique el alcance de la huelga, que los sindicatos manifestarán que ha sido un éxito rotundo, tras lo que el gobierno afirmará que los datos que barajan los sindicatos no están basados en la realidad, mientras que los suyos sí, y la huelga ha sido algo anecdótico. Por tanto la situación seguirá estando en el mismo sitio, seguirá habiendo la misma desigualdad que fastidia y beneficia siempre a los mismos y de la misma forma. Seguirá habiendo la misma falta de trabajo, la misma falta de bienestar y los mismos problemas que ello deriva para la gran mayoría de la sociedad, mientras unos cuantos se regodean en sus buenas posiciones y a buen seguro que se ríen de nuestras penurias y dificultades mientras que ellos disfrutan de sus sueldos millonarios y casi blindados y nos invitan a seguir apretando un cinturón que hace tiempo que no es necesario porque nos cortó la respiración y nos provocó una muerte por asfixia. Pensandolo bien, quizá tanto nombrar el cinturón es como preparación para la próxima campaña para acabar con el paro y que quizá consista en regalar cinturones para los parados, ya que una vez los hayamos liquidado a todos no por inación sino por estrangulamiento, habremos acabado radicalmente con el paro y tendremos menos bocas que alimentar. Esperaremos acontecimientos.