miércoles, 5 de noviembre de 2008

Melancolía o decepción

No, no se trata de una canción de Fangoria, aunque bien podría serlo.

Ayer, mientras volvía a casa a las 11 de la noche, al pasar por la plaza de Europa toda la calle estaba inundada por las notas melancólicas de una canción, que no sabría reconocer y que me trajo muchos recuerdos de mi infancia y de mi adolescencia. La armónica le daba un carácter mucho más dramático y decadente, acorde con los pensamientos que en ese momento tenía en mente y que me hacían tener las lagrimas pugnando por brotar de mis ojos. Extrañamente me sentí sereno, se me deshizo el nudo que tenía en la garganta y pude seguir caminando con aquella melodía en mi cabeza. Eran horas en las que tiempo atrás había dedicado a abrir mi corazón y mi mente a alguien en quien tenía puestas muchas de mis ilusiones presentes y algunas futuras. Ilusiones que ahora yacen echas añicos y cuya recomposición es dificil y costosa, empresa que no estoy seguro de querer iniciar. Soy tonto de solemnidad, ya en alguna entrada anterior lo había proclamado a voz en grito y la realidad y el tiempo parecen darme la razón. Mis miedos, mis angustias, mi negatividad innata han hecho mucho por forjar mi presente y a diario sufro sus consecuencias. Ya me he acostumbrado a ellas y forman parte de mí.
Son muchas las ganas que tengo de romper con todo, pero de qué me sirve proclamar éstas si a diario me falta el valor para hacerlo. Todos recogemos los frutos de nuestra siembra, sin duda yo estoy recogiendo los míos y para ser de campo, está claro que no he sabido aprender ni siquiera las buenas épocas ni los buenos terrenos para ejercer la siembra. Como tiempo ha decía en un escrito privado, por diversos motivos cayeron las defensas que tenía ante muchas cosas, abrí mi corazón para que alguien entrase, y entró, pero olvidé cerrar las puertas para conservar eso que tanto quería tener y se me escapó. Ahora sé que lo único que me queda es una fortificación ruinosa, sin sentido y vacía. Ya no sé si es melancolía el sentimiento que aquejo por tantos y tan buenos momentos vividos, o es decepción por no haber sabido conservar lo que tenía y acercarlo cada vez más a mí.´
De todo esto ¿qué queda? superarlo; aunque sin ganas, pero en cuestión de miedos hay uno que siempre ha superado a los demás y es el que intento evitar siempre e irremediablemente siempre termino en el mismo punto. Echando vista atrás veo que lo único que tengo en mi haber es un conjunto de excusas, de mentiras, de sinsabores, etc., que son los que han configurado mi existencia actual, aderezados por una serie de buenos tiempos que nunca he sabido apreciar y considerar con la suficiente fuerza como para afianzarme en ellos.
En fin, ya estoy haciendo lo que mejor se me da, quejarme infinitamente hasta la saciedad. Bien es cierto que este año no va a entrar en los anales de mi vida como el más dichoso, sino que más bien roza lo nefasto. No obstante, qué derecho tengo yo a estar quejándome por ello, y lo que es más de qué narices me sirve todo eso. No hay cosa que más deteste que las personas que siempre se están quejando de lo mismo y siempre vuelven a caer en sus mismos errores, quizá los reconozca tan bien porque llevo aprendiendo de mí mismo durante 28 años.
Pues nada, con esto concluyo por hoy, aunque me gustaría decir que definitivamente, pero como en las peores amenazas, volveré casi con total certeza. Aquí está la actualización que varios me han pedido, quizá no era esta la forma en la que ellos esperaban (ni yo mismo) que actualizase y ciertamente no era este el texto que tenía más o menos preparado, pero aquello queda en el olvido, hoy me apetecía decir esto, para quien le pueda interesar si es que a alguien importa. Hoy no os pido que comenteis nada, hacedlo si os place o pasad de lo dicho si lo considerais mejor, a vuestra elección lo dejo