domingo, 6 de mayo de 2007

De hacer cola y otras malas costumbres

Hace poco leí, escuché, vi (o soñé -que todo es posible a ciertas edades-) en una de esas encuestas (o estudios sociológicos) sin las que ninguno de nosotros podríamos alcanzar la felicidad (porque según Aristóteles la felicidad la alcanza el virtuoso y una virtud es el conocimiento), que los españoles pasábamos no sé cuantos minutos al día en colas, imagínense qué desperdicio de tiempo al cabo de un año. Pero claro, es que todas las colas no son iguales, aunque todas ellas representen una realidad tan viva que obliguen a la lengua a buscar sinónimos de cola con las diferentes matizaciones que la situación requiera, así hay retenciones, atascos... y un largo etcétera de situaciones en las que nos encontramos rodeados de gente. Podríamos, ampliando el campo introducir también las manifestaciones, que stricto sensu no son colas, pero la realidad es que es una aglomeración de personas que hacen un camino con un objetivo común (que sólo consigue quien la convoca, es decir, el primero) y con efectos secundarios desquiciantes, para quienes la siguen tanto desde dentro como desde fuera.
Pero al igual que hay diversos tipos de colas, también hay diversas formas de tomarselas, y sin lugar a dudas las mejores son las de los supermercados y los edificios públicos, aunque también pueden ser interesantes las de las tiendas de ropa (leed la entrada, que es estupenda). Pues bien, ¿quién no ha tenido oportunidad de ampliar sus saberes culinarios esperando para comprar una sardina en la pescadería? La mejor forma de aprender a hacer la lubina al ajoarriero es hacer cola, ni Arguiñano ni nada por el estilo. Nada hay incomparable al encanto de la señora que se te acerca sin conocerte de nada, elogia el que siendo un chico tan apuesto (qué falta hacen los oculistas) estés comprando sardinas en el puesto del pescado (que malo sería comprarlas en la charcutería) y te cuenta lo que le gustan a su hija las lubinas (porque tú vas a comprar sardinas que al fin y al cabo son pescados) abiertas con unos ajitos picados en el mortero.... y, acto seguido, te cuenta, entre otras bondades del pescado, aquella vez en la que comió lubinas su difunto esposo, que murió el año anterior después de pasar una enfermedad muy trágica, porque
- nene, el cancer es algo muy malo, que lo dejó consumido al pobre, porque mira que era bueno, pero es que estas cosas le tienen que pasar siempre a la gente buena, que mira los etarras esos matando gente y no les pasa nada....
- ¿qué te estaba diciendo nene?
- Lo de cuando su marido comió lubinas
- Es verdad, es que esta cabeza mía, los años que no perdonan, ya te acordarás tú cuando llegues a viejo de lo que te digo, porque malo es llegar, pero peor es quedarse en el camino... (toda una clase de sabiduría popular)
y que las lubinas le sentaron como un tiro y estuvo vomitando toda la noche. Todos sabemos que esta es una experiencia que, aunque tú estés comprando sardinas, te invita a seguir los consejos de la señora en materia culinaria.
Y ¿qué me decís de lo interesantes que puede ser llegar a las 9.30 de la mañana a la Oficina del Censo dispuesto a tomar apaciblemente un baño de sol en el jardincillo que la circunda mientras esperas tu turno y avanzan todas esas personas que han sido más madrugadoras que tú? (que por mucho que uno madrugue, siempre hay alguien que haya madrugado más y nunca he conseguido ascender a un puesto superior del segundo, que algunos parece que duermen en las puertas de los ministerios). Pues sí, puede ser muy interesante encontrarse a dos señoras de la Jet Set de Zeneta (al menos en apariencia) ataviadas con todas las alhajas y trajes del mercadillo de los jueves, que mutuamente se ilustran sobre la importancia de sus amistades; y claro uno que no es cotilla, al oir el nombre de Blanca (pueblo de que es un servidor) pone atención a la conversación mientras disimula con el 20 minutos y escucha:
- Pues mi marido es íntimo amigo de Pepe Cano, el pintor ese tan famoso de Blanca.
- ¿Ah sí?
- Sí, y ha estado varias veces comiendo en mi casa y todo, es muy buena gente.
Ante esto uno por decoro no responde ya que la conversación no va con él, pero sí agradece que no se haya puesto a comentar lo innovador de su pintura y la simbología de los tonos pasteles utilizados en los picaportes de la colección de Puertas de Roma que pintó a finales de los 90, porque como fuese la interpretación tan acertada como el nombre que el pintor recibió... Pues por todos (al menos en mi pueblo) es sabido que dicho pintor se llama Pedro Cano y que Pepe es su hermano y este no tuvo más oficio que el trabajo en la pescadería.
Moraleja 1: Aristóteles era un julai, mira que pensar que la felicidad está en el conocimiento... eso es porque no conocía la E.S.O.
Moraleja 2: Utilizad siempre que vayais a hacer cola el mp3 que la ciencia avanza mucho y es para usarla.

6 comentarios:

SIE dijo...

Es que se te ha pasado el detalle de que es AMIGO ÍNTIMO... para los amigos íntimos de toda la vida, Pedro es Pepe, pero sólo lo saben los íntimos, íntimos... :P

PD. Ya he redirigido tu nueva dirección en mi barra lateral donde linkeo a quien me da la gana... Ahm, y te he puesto de comentario del mes... una estupidez que hago cierto tiempo :P

Anónimo dijo...

El diálogo de los pescados con la señora es cierto? Menos mal que a la plaza o pescadería van mis padres y no tengo que ir yo. Aunque no tendría problema porque tus consejos sobre el mp3 lo llevo haciendo desde que me lo compré (antes usaba el discman y antes el walkman , antes no había nacido).
La única vez que me ha gustado hacer cola fue cuand me fui a Irlanda que conocí en la facturación a un californiano mu sesy que no sé su nombre pero estuvimos 2 horas de cola y 2 de avión hablando.
Ni en rebajas hago cola porque yo sí he conseguido ser la primera en pagar ^^

Mavermo... Los girasoles ciegos dijo...

Todo un logro lo de pagar la primera en rebajas, seguro que hasta saliste en la tele. Y sí, lo de la cola del pescado es total y absolutamente cierto. Quizá haya cambiado detalles de lo que produjo la lubina en el marido (q.e.p.d.) de la señora, porque la verdad es que no recuerdo bien si eran retortijones, vómitos o algo igualmente desagradable y poco llamativo para comprar lubina.

Anónimo dijo...

Fue porque necesitaba urgentemente unos pantalones vaqueros , porque los suelos romper por trimestres , no lo hago queriendo.
Y es mejor , yo que soy rápida y no me gustan los pantaloncitos con pijotadas , los más simples , y no me paso años decidiédome , cojo , me los pruebo sin colas y pago sin colas y así tengo pantalones nuevos y no me he destrozado la espalda esperando de pie plantón en una cola de 3 km.
La gente se aburre en todos lados y necesitan contar su vida , lo malo(para ellos) es que a mí no me interesa , suelen insistir y uno por no ser grosero pos se jode y escucha.

Anónimo dijo...

pd: al final no salí en la tele :(

Anónimo dijo...

Una de las primeras cosas que se aprende en un cole (por experiencia) no son las vocales, ni los colores, ni los números... Lo que se aprende es hacer una fila. Si quieres conocer cómo son tus alumnos, los observas en la fila, cuando creen que nadie les mira y son libres y no responden lo que es cierto si no lo que ellos quieren.
Es delicioso que descubras pequeños trozos de belleza y de humanidad e algo tan monotono como es una fila... Me gustaría estar en tu fila, me da igual el puesto que me tocase.

Un abrazo

RVS